[vc_row][vc_column][vc_column_text]Quienes consumen productos agrícolas orgánicos suelen referir que “en ellos no se usan plaguicidas”, lo que es una «verdad a medias». En producción orgánica (PO) se pueden usar plaguicidas (orgánicos, naturales, bioplaguicidas); pero además, hay una legislación que va mucho más allá del uso de plaguicidas o de fertilizantes “orgánicos”, obligando a cumplir procesos que deben ser certificados (Ley Nacional de Producción Orgánica Nº 25127 y Anexos).[/vc_column_text][vc_single_image image=»926″ img_size=»full»][vc_column_text]Plaguicidas Orgánicos y Sustentabilidad Ambiental En la figura tenemos algunos plaguicidas convencionales (o de síntesis) y algunos usados en PO en el mundo, con sus Coeficientes de Impacto Ambiental EIQ (Kovach et al., 1992).[/vc_column_text][vc_single_image image=»933″ img_size=»full»][vc_column_text]Como frecuentemente los plaguicidas orgánicos se usan en mayores dosis y realizan más aplicaciones debido a su menor eficacia (% de control) y residualidad (tiempo del control), su impacto ambiental a menudo supera largamente la de los plaguicidas de síntesis. Por otro lado, si bien algunos insecticidas y fungicidas usados en PO provienen de fuentes renovables (Bacillus thuringiensis, B. subtilis, rotenona, piretro), otros lo son de fuentes no renovables (aceites minerales, azufre, criolita, metaldehído, oxicloruro y sulfato de cobre,); de manera que, como ocurre con los combustibles fósiles también se agotarán; y además, también tienen como estos un procesamiento previo a su uso, lo que implica consumo de energía (no renovable). Para controlar malezas, debido a los elevados volúmenes de uso, costos e ineficiencia de los herbicidas orgánicos, se recurre desde el desmalezado manual y la azada hasta las rastras, en este último caso con el consiguiente consumo de combustible (no renovable) y roturación frecuente del suelo (erosión).
Fertilización Orgánica y Sustentabilidad Ambiental Como en PO no se pueden usar los fertilizantes frecuentes en agricultura convencional, para el aporte de nitrógeno se debe recurrir a rotaciones con leguminosas o al estiércol. Un cultivo de leguminosas significa no usar ese lote para producción al menos por un año, lo que algunos “olvidan” al calcular costos y/o de incluir la producción cero de ese año. Además, el cultivo debe ser picado e incorporado, lo que significa consumo de combustible (no renovable), emisión de CO2 (causa del efecto invernadero) y roturación del suelo (erosión). Si usamos estiércol, FAO señala que no debe aplicarse más de 150 kg N/ha para limitar la contaminación de aguas subterráneas. Además, para ser consecuentes con la PO deberíamos usar estiércol de animales en PO; ahora bien, como en Argentina hay 95.000 vacunos en PO (SENASA, 2012) tendríamos estiércol para 64.000 ha/año (0,2% de la superficie agrícola de Argentina). Pero además, habría que recoger el estiércol, transportarlo a los sitios de uso, distribuirlo e incorporarlo mecánicamente al suelo para evitar la evaporación de amoníaco y de gases invernadero. Si bien también tenemos alrededor de 900.000 ovinos en PO, usar su estiércol sería un poco más costoso dada la distancia, ya que este ganado se encuentra principalmente en la Patagonia. Por otro lado, el estiércol debería compostarse para mejorar su calidad como abono y reducir la contaminación con Escherinchia coli.
Sustentabilidad Económica El presupuesto de la Unión Europea para el período 2014-2019 es de € 270 billones; un tercio del cual ha sido destinado a la “Política Agrícola Común” a fin de apoyar los ingresos de los agricultores, «y garantizar un nivel de vida justo”. Además, los principales países de Europa en PO reciben subsidios específicos a nivel regional. Por el contrario, en Argentina la mayoría de los productos agrícolas no sólo no son subsidiados, sino que también deben soportar retenciones.[/vc_column_text][vc_single_image image=»927″ img_size=»full»][vc_text_separator title=»Por Guillermo J. March» title_align=»separator_align_right»][/vc_column][/vc_row]